Tuesday, June 09, 2015

Miedo


En realidad no tuve miedo. “¡Órele, hijo de su pinche madre ya se lo cargó la verga!”, escuchaba mientras tenía una pistola en la cabeza, la verdad no tenía miedo, ni estaba nervioso, sólo me incomodaba un poco la incertidumbre de que si en realidad le iba a jalar o no, pero se me quitó cuando escuché el ruido del motor y el chillido de las llantas.

No pensaba en mi madre, mi familia, mi novia, mi amor...sólo estaba analizando la situación mientras el asaltante me hacía preguntas que yo respondía con tranquilidad. Percibía que el auto en el que iba daba muchas vueltas, no hubo golpes, sólo palabras altisonantes.

Repito, no tenía miedo, no sé por qué, estaba muy tranquilo, respirando con normalidad, sabía que afuera me esperaba una incertidumbre, la oscuridad de las calles, la indiferencia de la noche, pero no sabía que me esperaba en el más allá.

Cuando me avisaron que me bajarían sólo contesté con un “está bien”; bajé del auto todavía en movimiento y espere a que se alejara, en él iban todas mis cosas, media vida, mi trabajo y objetos personales a los que les tenía gran apego.

Ya en la calle nuevamente, por primera vez en mi vida, pude experimentar una tranquilidad absoluta: el silencio de la noche, la oscuridad de las calles, las luces como testigos, juraría que estaba muerto porque nunca había sentido algo así. Pero no, mis piernas y cerebro funcionaban, continuaba con una respiración normal, me encontraba en perfecto estado, con esa tranquilidad que te da empezar de cero y así es: empiezo de cero, tal vez no listo para lo que el futuro me prepare, pero ya qué. 

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