Friday, September 29, 2023

La sinfonía a la tristeza

 


Durante años lo vencí, o eso creía. Un maldito monstro dentro de mí que se conformaba con cualquier forma de afecto y litros, litros, litros de alcohol. Así era su vida, pudriéndose por dentro, hasta que yo, el curioso, el valiente, el casi todopoderoso, le cortó la gasolina y el monstro despertó.

Mi terapeuta me pidió hacer una carta hablándome a mí mismo, donde destaque mis cualidades, mis logros, mis actitudes. Maldita sea la hora en que me enamoré, maldita sea la hora en que lo guardé y maldita sea la hora cuando despertó.

Romantizar los fracasos nunca tuvo algo de bueno, pero de momento se apaciguaba el dolor, lo convertía en gasolina y fluía.

Ahora, estoy en el viejo ordenador, escuchando canciones para no escuchar lo demás, ni siquiera mis propios sentimientos. Es momento de sacar el coraje, la casta y la cabeza te puede estallar pero no te puedes quedar en el intento, no puedes dejarte vencer tan fácil, vamos bravucón de pacotilla, tienes más que dar.

Quienes durante mucho tiempo eran aliados, hoy no lo son tanto o no lo son, no cuentes con ellos. Viene la verdadera lucha, pelear contra la ansiedad, el nerviosismo, la tristeza. Pasará, yo sé que pasará, pero no sé cuándo, ya quiero que pase, por primera vez tengo miedo en mi vida, verdadero miedo, me arranca el alma, me arranca la vida, estoy cansado, muy cansado.

Pero eso no importa, hay que hacer metáforas, analogías.

Hace años la escritura, por muy de aficionado que fuera, me provocaba algo, era un tipo de coladera donde se iba todo. Ahora, con 37 años de vida, es complicado verlo así, eres de alguna forma exitoso, a lo cual rehuías siempre, te escondías en ese caparazón del fracaso y desde ahí actuabas. Venciste muchas veces así, otras te derrotaron, pero la cerveza ahí estaba.

Ahora es distinto, el éxito, el trabajo, las mujeres, tu alma se han convertido en contra tuya y no sabes cómo enfrentarlo, porque tu armadura ya estaba casi en el olvido y ahora que la sacas, sabes que está oxidada, que no sabes cómo repararla pues ni Fante, ni Ferdinand, ni Bielsa, ni La Volpe, ni nadie te enseñó que la armadura no se guarda, no se olvida, que la armadura siempre hay que tenerla lista para momentos como este.

En fin, Fernando, hoy no escribes borracho, pero sabes que lo deseas más que nada, hijo de puta así que si vas a enfrentar esto, que sea con coraje con valentía, muere de pie, nunca acostado y con miedo.

Prendo otro cigarrillo, que se consume rápidamente, como me consumo yo, pero ni la física ni la química harán que me vaya tan fácil.

Qué analogía utilizar, después de que usaste todos los cartuchos en balde y no te quedó nada, el sistema te exprimió, la vida te consumió, las derrotas se llevaron lo que querían de ti y todo eso lo supliste con alcohol, por dios, qué infantil, qué asco diría ella, qué pusilánime.

Escribo estas letras, con cuatro semanas de sobriedad en la espalda y pesan, vaya qué hija de puta la sobriedad, pero me las pagará, les juro que me las pagará.

Quiero dormir, la cabeza me da vueltas, quiero otro cigarrillo, requiero darle más vueltas al asunto, para qué, para qué maldita sea.

Pero esto no se va a quedar así, maldito sistema, venceré, lo juro que venceré, estaba venciendo, por mucho que me digan que no, lo estaba haciendo y seguiré en ese camino, se los juro, hijos de puta.

Estoy a punto de terminar esta sinfonía a la tristeza y creo no haber llegado ni al corazón de todo, pero la sangre fluye y mientras eso siga, estoy vivo, no me den por muerto, ya verán.

Toma mi corazón, llévate lo que quieras, me da igual, pero hazlo ya, ya, maldita sea.

El maldito monstro despierta y lo tengo claro en mi mente cómo es, viene hacía mí con espada en mano, pregunta si le puedo ofrecer un cigarrillo, digo que sí, se me queda viendo, en cualquier momento esa espada que trae en la mano me arrancará la cabeza y el idiota cree que por eso, vencerá. Esto no se queda así, se los juro.

Quién dijo que las guerras son fáciles, nadie. Giovanna en este momento ni siquiera sabe que todavía escribo a su nombre y mejor así.

La desesperación sale del estómago y te llega a la cabeza. Espero dormir esta noche más de 4 horas, sino recordaré el buen pedazo de carne que me comí ayer.

Mi boca está casi quemada de tanto cigarro, mis pulmones deben de estar fatales, pero querías sobriedad, hijo de puta, pues ahí la tienes. Sírvete la que te haga falta y apacigua ya todo, es necesario el equilibrio entre las galaxias, por favor, que todo salga como antes y todo estará bien. Que así sea.