Saturday, June 02, 2012

"El chico ya tendrá su castigo"



Era una tarde donde caía lluvia en demasía.

Christina esperaba la llegada de su esposo, el generoso George, para partir el pastel con motivo del cumpleaños 65 de su marido.


De repente, él abrió la puerta del patio trasero para introducirse a la cocina de su hogar, su joven y bella esposa lo recibió con un fuerte abrazo.


- ¡Feliz cumpleaños! - Ella soltó el grito queriendo hacer un ambiente de festejo.
- Gracias querida pero no estoy de humor.
- ¿Qué ha pasado cariño?


El generoso George tomó asiento y dejó caer sus codos sobre la mesa para que pudiera sostenerse la cabeza.


- Llegó el fin, esta vez todo lo culpa a él.
- ¿A qué te refieres, amor?


El generoso George comenzaba a no hacer caso a su esposa mientras se tomaba con fuerza los pelos de la cabeza intentando arrancárselos por la desesperación que en ese momento lo invadía.

- Todo lo culpa, esta vez no se saldrá con la suya... - el viejo George decía en un acto de comunicarse consigo mismo - El semen, tres testigos oculares y los golpes en la cara de la muchacha. Se jodió el muchacho, se jodió.

- ¿Cuál semen?
- Ella lo culpó y la policía investigó, no hay ningún rastro de inocencia del chico, nada lo salvará.
- ¡Por Dios! Te refieres a...
- Así es Christina, la policía está buscando a Michael para encerrarlo y llevarlo a juicio, en caso de agarrarlo seguramente le darán pena de muerte.
- No es posible, por violación solamente pueden dar cadena perpetua, jamás en la historia de este pueblo han dado pena de muerte por tal delito.
- Pero hoy es diferente. El chico violó a la hija del fiscal, él moverá todo tipo de influencias y comprará a quién tenga que comprar para llevar a Michael a la silla eléctrica.
- ¡Oh por Dios!
- Esta vez ni yo, su padre, podrá salvarlo. No puedo salvarlo, no hay cómo, nadie querrá taparme las espaldas, ni a mí ni al chico.

El generoso George dio tal manotazo a la mesa que espantó a su bella esposa, se quedó inerte durante unos segundos y preguntó a la mujer sobre las niñas.

- Están en la sala viendo televisión - la mujer respondió.


En un tono amable George le pidió a su mujer que bajara la escopeta que se hallaba en su habitación. Ella hizo caso rápidamente a la petición de su marido y mientras la mujer cumplía con la orden el generoso George sacó una foto de su billetera.

- Que Dios me perdone por lo que voy hacer y espero tú también, pero esos malditos no le quitarán la vida a Michael- George se dirigió a la foto y la besó.

Era la foto de su primer mujer, la madre de Michael, que perdió la vida un día que su único hijo tomó la pistola de su padre y mientras jugaba con ella se le salió un disparo que fue a dar a la sien de la mujer.

George meditó unos segundos, se persignó con la imagen y dio un gran respiro, luego vio la manera con la que su esposa atravesaba la sala sin que las niñas se dieran cuenta de que ella llevaba una escopeta entre manos.

- Aquí tienes cariño - la mujer decía mientras le temblaba el cuerpo.


George tomó la gran escopeta y revisó cuántas balas tenía.


- ¿Sólo una? - George se cuestionaba a sí mismo-. Está bien, tal vez no hagan falta más.

Su mujer observaba la manera en que su marido cambiaba su mirada mientras hacía la revisión a la escopeta: de ser una mirada triste y confundida a ser una mirada fría y malevolente.

George cargó el arma y se paró de la mesa dispuesto a dirigirse a la salida.

- Bueno cariño, es hora de irme. No me esperes a cenar y muchas gracias por las felicitaciones, tal vez mañana nos comamos el pastel, pero hoy definitivamente no podrá ser - George, en un tono de amabilidad, le comentó a su mujer.

- ¿Y si viene la policía, qué les diré?
- Que no se preocupen, que todo está bien y que el chico ya tendrá su castigo.

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