Tuesday, November 01, 2011

A veces vivir con muertos es un fastidio




Yo no sabía nada de que a veces la gente está muerta pero viva, difícil de explicar, pero aquí el relato de mi situación:

Todo empezó cuando me encontraba jardín de niños, mi vida era la de un niño normal; siempre jugando a las canicas y empeñado en tener más juguetes. Pero un día mi vida cambió: un niño, que siempre se sentaba a mi lado, me hizo enojar por que no se acordaba de la típica canción de jardín de niños que todo mundo se debe de aprender, lo que nos dejaba sin los 20 minutos de recreo. Cada vez lo veía más lento para seguir con el ritmo y  más confundido. Un día, cuando la maestra salió a atender una situación con la directora,  lo golpeé pero no contestó a la agresión, la profesora no llegaba y decidí golpearlo más, el niño con la mirada extraviada seguía confundido, le dí un golpe mucho más fuerte pero no reaccionó, decidí dejar todo a la hora de la salida, pero de momento le lancé una mirada para hacerle recordar que ese día iba a ser de los primeros peores que tendría a lo largo de su inepta vida.

A la hora de la salida decidí arreglar cuentas, siendo que hasta ese momento no comprendía totalmente el concepto "violencia", el niño me vio y decidió pasar de largo pero mi pie ya tenía la estrategia para pararlo en seco: puse por delante mi zapato justo cuando él pasaba al lado mío, el niño tropezó y en ese momento comencé a golpearlo con mis fuerzas de niño flaco pero no desnutrido. De repente le comenzó a salir sangre, luego le saqué un ojo y posteriormente le tiré la nariz. ¡Maldita sea! en qué problema me metí todo por querer seguir el orden mundial. El niño aceptó cada golpe sin responder a alguno, en realidad le estaba acomodando una paliza, la única de mi vida, sangre por todos lados y cada parte de su cuerpo saltando por todos lados, ¡maldición! en mi primera pelea de la vida doy una paliza exagerando resultados, sus manos volaron y sus pies temblaban. Decidí terminar el asunto y cuando me senté a esperar a mis padres en el patio de la escuela, lloré debido a la crueldad con la que había enfrentado la batalla, pero otro niño de esos que prefieres no recordar su nombre, pasó sonriendo, y cuando vio mi cara de una preocupación verdadera se regresó y me dijo "no te apures, son de esos niños muertos que con cualquier golpe tiemblan y se les hace la piel de gallina", no entendí el significado de sus palabras hasta tiempo después...

Logré esquivar la culpa por algunos años, en realidad había olvidado todo ese asunto de sangre y decidí dedicarme a ser un "chaval de primera": querer ser el lanzador estrella de los Tigres de Detroit, conquistar a la niña que me gustaba y sacar buenas notas para evitarme problemas con la familia.

Ya yo en secundaria, un día vi un grupo de niños armando una rueda, cuando logré ser parte de la rueda descubrí lo que hace tiempo ya había vivido, una pelea de dos muchachos.

Uno era el que se encargaba de enterrar cada puño que lanzaba en cualquier parte del cuerpo del otro chaval, el que iba ganando era Tony "El Oso", el típico abusador que a cualquier "no" reaccionaba de manera agresiva, y el que iba perdiendo era uno de los imbéciles más débiles de la escuela. Qué paliza estaba propinando el Oso al débil, realmente causaba pena ajena la manera en la que el Oso quería lastimar pero no lo conseguía pese a sus múltiples fuertes golpes que propinaba, el débil sólo mostraba interés en ver como las lombrices jugaban con su sangre, un escenario realmente lamentable. La pelea terminó y el Oso ganó el titulo de "vencedor" pero en realidad era el perdedor, por no ver rastro alguno de molestia en la cara del débil. Un compañero me dijo que era mejor así que con ese tipo de gente habría que tener cuidado a la hora de pelear debido a que nunca sabrían que fueron vencidos, no comprendí y seguí en mi papel de sabelotodo buscando a la mujer con quien procrear mi hogar y ser feliz.

Otro día, ya yo en edad adolescente, una chica se me acercó cuando yo apenas entraba a una fiesta, la mujer un poco pálida y de caderas delgadas me dijo al oído que quería cumplir cualquier tipo de fantasía conmigo, a lo que yo accedí inmediatamente por lo que proseguí a llevarla a mi casa, hacerle el amor y robar el porsche de mi madre para encarrerarnos a una aventura hacia Acapulco. Durante el trayecto, la mujer nunca durmió, a veces manejaba, y cada vez que me dirigía la palabra era para decirme que quería que le hiciera sexo oral con mi grandiosa lengua, según ella. Yo en realidad conducía de una manera muy responsable pero cada vez que ella me pedía que penetrara mi lengua en su vagina el deseo se apoderaba de mí, estacionaba el auto al lado de la carretera y a darle que se hace de noche. Una vez, cuando terminé de hacerle el sexo oral, noté que un gusano corría por mi lengua, yo le reclamé a la pálida sobre la situación, perro ella sólo soltó las palabras mágicas (házmelo otra vez) para que yo olvidara todo el asunto.

La situación con la pálida terminó, pero aún en mis tiempos onanistas recuerdo su cara de gozo cada vez que metía mi lengua en su vagina. Nunca supe de ella luego de que un día, ya en la playa, dijo que iba a salir a dar un paseo, la maldita nunca volvió y tuve que regresar a casa con mi vergüenza de adolescente, para un puberto eso es cavar su propia tumba.

Las cosas comenzaban a cabrearme un poco con las cosas anormales, hasta que un día, yo ya en edad adulta, me encontraba en una cantina, un viejo se sentó al lado mío y me preguntó sobre si sabía lo que era "vivir muerto", yo lo llame imbécil al escuchar su pregunta pero el viejo insistió, yo contesté un rotundo "no", el viejo río y me dijo que yo ya había vivido con muertos toda la vida, todo mundo vive con ellos: se relaciona, se reproduce, se enamora, se olvida de ellos, no es una cuestión de necrofilia sino de orden mundial, toda persona convive con al menos 5 muertos en su vida, me dijo el imbécil, y luego soltó el rollo desde que el jardín de niños uno está expuesto a vivir con ellos.

Enseguida recordé mi primera paliza que propiné, la paliza de El Oso al débil, el sexo oral con la pálida y ciertas cosas anormales, el viejo al ver mi estúpido rostro de desconcierto pasó a invitarme a salir de la cantina, yo accedí y al estar afuera me cuestionó si quería ver realmente algo sorprendente, yo contesté que sí y el viejo enseguida comenzó a dar vuelta a la parte superior de su cabeza, insistió en varias vueltas hasta que logró zafar una parte, me invitó a ver y cuando yo me asomé vi que no había nada dentro de ella, absolutamente nada, ni cerebro que ver ni nada, le dije que eso era algún tipo de magia o ilusionismo, el viejo rió y se fue, yo traté de alcanzarlo mediante gritos pero su razonamiento era nulo, al alcanzarlo lo tomé por el brazo y le propiné una gran bofetada, el viejo sólo dijo: Heey chaval, de qué te sorprendes, sino razono es por que no puedo, soy un muerto y me comeré al imbécil que creó "The Walking Death", el maldito ha creado el cliché de los pueblos fantasmas y esas pendejadas, sé que suena ilógico pero lo que más concordancia tiene en este mundo es que A VECES VIVIR CON MUERTOS ES UN FASTIDIO, pero
aún así es divertido.

(Click aquí para descargar el soundtrack de la aventura desfogada con la pálida rumbo a Acapulco)

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