Y me veo tan estúpido fumando
que tengo planeado ir a comprar 20
cajetillas más
para que puedas hacer un retrato de
mi imbecilidad,
ya que te has atrevido a prohibirme
beber más cervezas a tu salud,
un acto de cobardía, sin duda:
un hecho que calculé mal, cual
funambulista experto que soy en actos suicidas,
ya que caía boca arriba directo al
vació y yo que pensaba que sólo el cielo se alejaba más de mí.
Y ahora estoy en la lona,
sin dientes, con todas las fracturas
posibles en el rostro,
con unos guantes a los que les doy
lástima,
sin entrenador, sin dinero, sin
peleas y sin ti.
Y pues ahora haz mandado el hechizo
de convertir mis madrugadas en mis días y mis días en mis noches, cuando la cabeza la tengo en el suelo... y ésta, perdida, alejada de cualquier
hojalatero
que sólo pretenda arreglarla con
algunos martillazos. Esto no será ya posible: tú, mi hojalatera favorita la
destruiste con ese exceso de fuerza que usabas cuando te quitabas tus bragas
ante mí.
Perdona la sinceridad, pero ya no te
quiero pensar, ya no te quiero tocar, ya no quiero contarte cuántos pájaros
reposan en el alambre, cuántos días faltan para verte, cuánto me extraño cuando
te extraño, cuánto te odio cuando me odio, cuando te amo cuando ni me amo.
Y aunque digan que la decisión más
inteligente en este mundo es destapar la siguiente cerveza, yo cuando destapé
más de 100 en una noche hice una estupidez que ahora ya me tiene en ese
purgatorio donde nadie ha visto un aviso de bienvenido (nuevamente) al cielo en
más de 2014 años de vida.
Y así, yo que tenía ganas de robar un
banco por ti,
ahora sólo quiero dormir bien,
soñar que puedo volver a cazar
colibríes
sin que haya una muerte de por medio,
una lágrima de por medio o
un desgarre de corazón de por medio.
Y así, te perdí, y así nos perdimos,
sin volver a apuntar los sentimientos
hacia júpiter,
donde nos ocultamos ocho meses sin
saber si el mundo rodaba, se estiraba o desaparecía.
Cada vez que te hacía el amor era
viendo hacia la luna,
me ponía encima de ti y veía la Osa
Polar,
me vencías y te ponías arriba de mí y
veía cómo un meteorito se impactaba con el sol,
y siempre la estrella Shaula brillaba
más cuando te decía: te amo.
Ahora me has regresado a la tierra
como vil superman rechazado,
me has hecho tocar tierra firme,
has explotado en mi cabeza;
se jodió todo y yo sin saber ahora
cómo convivir entre humanos,
cómo comportarme como ellos,
no me preparaste para vivir entre los
terrenales, al contrario:
me preparaste para ser el astronauta
que llegaría a tus piernas todas las mañanas,
aterrizando y tocando superficies sin
necesidad de asfixiarme, no para esto.
Sin embargo, te agradezco hacer sonar
todos los días esa canción,
con la cual me levantaba con una
sonrisa, mientras la primera masturbación del día comenzaba,
siempre tú de protagonista de una
sola forma: con tus ojos idos porque mi amor entraba y salía, entraba y salía,
pero nunca llegó a tu corazón.
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