Durante años lo
vencí, o eso creía. Un maldito monstro dentro de mí que se conformaba con
cualquier forma de afecto y litros, litros, litros de alcohol. Así era su vida,
pudriéndose por dentro, hasta que yo, el curioso, el valiente, el casi todopoderoso,
le cortó la gasolina y el monstro despertó.
Mi terapeuta me pidió
hacer una carta hablándome a mí mismo, donde destaque mis cualidades, mis
logros, mis actitudes. Maldita sea la hora en que me enamoré, maldita sea la
hora en que lo guardé y maldita sea la hora cuando despertó.
Romantizar los
fracasos nunca tuvo algo de bueno, pero de momento se apaciguaba el dolor, lo
convertía en gasolina y fluía.
Ahora, estoy en el
viejo ordenador, escuchando canciones para no escuchar lo demás, ni siquiera
mis propios sentimientos. Es momento de sacar el coraje, la casta y la cabeza
te puede estallar pero no te puedes quedar en el intento, no puedes dejarte
vencer tan fácil, vamos bravucón de pacotilla, tienes más que dar.
Quienes durante mucho
tiempo eran aliados, hoy no lo son tanto o no lo son, no cuentes con ellos.
Viene la verdadera lucha, pelear contra la ansiedad, el nerviosismo, la
tristeza. Pasará, yo sé que pasará, pero no sé cuándo, ya quiero que pase, por
primera vez tengo miedo en mi vida, verdadero miedo, me arranca el alma, me
arranca la vida, estoy cansado, muy cansado.
Pero eso no importa,
hay que hacer metáforas, analogías.
Hace años la
escritura, por muy de aficionado que fuera, me provocaba algo, era un tipo de
coladera donde se iba todo. Ahora, con 37 años de vida, es complicado verlo
así, eres de alguna forma exitoso, a lo cual rehuías siempre, te escondías en
ese caparazón del fracaso y desde ahí actuabas. Venciste muchas veces así,
otras te derrotaron, pero la cerveza ahí estaba.
Ahora es distinto, el
éxito, el trabajo, las mujeres, tu alma se han convertido en contra tuya y no
sabes cómo enfrentarlo, porque tu armadura ya estaba casi en el olvido y ahora
que la sacas, sabes que está oxidada, que no sabes cómo repararla pues ni
Fante, ni Ferdinand, ni Bielsa, ni La Volpe, ni nadie te enseñó que la armadura
no se guarda, no se olvida, que la armadura siempre hay que tenerla lista para
momentos como este.
En fin, Fernando, hoy
no escribes borracho, pero sabes que lo deseas más que nada, hijo de puta así
que si vas a enfrentar esto, que sea con coraje con valentía, muere de pie,
nunca acostado y con miedo.
Prendo otro
cigarrillo, que se consume rápidamente, como me consumo yo, pero ni la física
ni la química harán que me vaya tan fácil.
Qué analogía
utilizar, después de que usaste todos los cartuchos en balde y no te quedó nada,
el sistema te exprimió, la vida te consumió, las derrotas se llevaron lo que
querían de ti y todo eso lo supliste con alcohol, por dios, qué infantil, qué
asco diría ella, qué pusilánime.
Escribo estas letras,
con cuatro semanas de sobriedad en la espalda y pesan, vaya qué hija de puta la
sobriedad, pero me las pagará, les juro que me las pagará.
Quiero dormir, la
cabeza me da vueltas, quiero otro cigarrillo, requiero darle más vueltas al
asunto, para qué, para qué maldita sea.
Pero esto no se va a
quedar así, maldito sistema, venceré, lo juro que venceré, estaba venciendo,
por mucho que me digan que no, lo estaba haciendo y seguiré en ese camino, se
los juro, hijos de puta.
Estoy a punto de
terminar esta sinfonía a la tristeza y creo no haber llegado ni al corazón de
todo, pero la sangre fluye y mientras eso siga, estoy vivo, no me den por
muerto, ya verán.
Toma mi corazón,
llévate lo que quieras, me da igual, pero hazlo ya, ya, maldita sea.
El maldito monstro
despierta y lo tengo claro en mi mente cómo es, viene hacía mí con espada en
mano, pregunta si le puedo ofrecer un cigarrillo, digo que sí, se me queda
viendo, en cualquier momento esa espada que trae en la mano me arrancará la
cabeza y el idiota cree que por eso, vencerá. Esto no se queda así, se los
juro.
Quién dijo que las
guerras son fáciles, nadie. Giovanna en este momento ni siquiera sabe que
todavía escribo a su nombre y mejor así.
La desesperación sale
del estómago y te llega a la cabeza. Espero dormir esta noche más de 4 horas,
sino recordaré el buen pedazo de carne que me comí ayer.
Mi boca está casi
quemada de tanto cigarro, mis pulmones deben de estar fatales, pero querías
sobriedad, hijo de puta, pues ahí la tienes. Sírvete la que te haga falta y
apacigua ya todo, es necesario el equilibrio entre las galaxias, por favor, que
todo salga como antes y todo estará bien. Que así sea.