Despierto, tecleo, no
duermo. Estoy cansado, vacío, quebrado, roto.
Ahora comienzo a
saber de qué van las temporalidades, cuando uno es feliz y cuando uno está
destrozado, dos lados completamente diferentes y a los cuales se le puede sacar
provecho: cuando se es feliz no se debe de bajar la guardia, cuando se está
roto se sabe cómo es el panorama desde abajo.
Posiblemente por
ahora no tenga el fuego de hace algunos años, no tenga esas condiciones que
hacían esto más llevadero, posiblemente ya no te tenga, pero en algún momento,
en un descuido de la vida, tomaré fuerzas, saldré avante en la tormenta, no
estoy ahogado, sólo finjo serenidad.
En algún momento de
la historia, estaré del otro lado, sin balbucear, ya sin tu olor, sin tu
recuerdo, sólo esa sensación de vacío que dejaste pero ya será mínima y
posiblemente mi sueño sea más llevadero. Te necesito, sí, fuera de este mundo,
no requiero de lástima, requiero que el aire no me moleste.
Algún día, esto será
soportable, llevadero, y sonreiré con una copa de güisqui en la mano y un puro
de sobriedad en la otra. Es fácil prometerlo, pero sé que será así.
Por el momento me
refugio, el mundo que se joda, todo es una basura, una completa mierda, pero se
le tiene que hacer frente, destrozado o no, eso a la basura no le importa.