Friday, May 29, 2015

Compasión por el diablo PARTE 1

 
Una vez más me encuentro frente a este ordenador,
esperanzado a que las letras fluyan, sin una idea fija, ni un posicionamiento ante nada,
pero con la maldad en los dedos, la soledad de abrigo y la mente posicionada en la claridad.

Esas últimas señales de cordura no hay que confundirlas con optimismo,
porque no son tiempos de victorias:
todo mundo se cree un Di Stefano en la cancha, la literatura, el periodismo...en la vida.
Pero todo mundo se equivoca, porque sólo hubo un Di Stefano en el macrocosmos.

Eso no quiere decir que alguien no se puede sentir un Riquelme, un Zidane, un La Volpe, un Bielsa, un Zurdo López, un Menotti, un Aragonés; en la vida hay espacio para todo: para romper caras, corazones, piernas y hasta para salir herido; también para intentar ser un Bukowski, un Carver, un Fante, un Ruvalcaba...en la vida se puede ser todo menos un comepollas presumiendo que eres un Riquelme en la final de la Copa Libertadores, un Maradona defendiendo el uso de drogas; en la vida se puede ser de todo, menos un imbécil que se atiene a las victorias de Brasil del pasado; se puede ser de todo, menos un alemán cobarde en la cancha, en esta vida se puede ser de todo...desgraciadamente el mundo esta lleno de lo antes descrito.

Al leer esto pedirán una crítica personal y aquí va:
Yo que quise ser tu Riquelme en medio campo,
tu Bielsa para táctica y estrategia,
tu Benedetti para enamorarte con cada suspiro,
tu Santos contra Chivas del 93,
tu Toros Neza de Enrique Meza,
tu Matute Morales, tu todo terreno del Cuchillo Herrera...

Tu Fante insultándote porque no me amas,
tu Dostoievski con su confundida cordura
tu Hemingway español...

Tu Lux Interior conduciendo por una carretera triste y desolada,
donde cuervos habitan sin ser interrumpidos,  menos cuando una llanta rechine
producto del comportamiento de un conductor ebrio;
tu Johny Cash cantando "Because you are mine I walk the line";
el padre de tu Elvis regalándote un Cadillac Fleetwood 60.

Todo eso, si hubiese sido titular, pero como Rivaldo en el Barcelona:
un falso 10 nunca está demás, sobretodo en este mundo carente de estrellas.

Friday, May 01, 2015

No necesito morir, sólo pido seguir engañando al árbitro para que me marque un penalti a favor...




Estoy un poco excitado pero también cansado y no sé si es mejor estar curioso porque mi pinga tenga un baño feliz o estar harto de este universo donde se conjugan la estupidez y la presunción de pequeñas victorias que en lugar de significar un gran avance son majestuosos retrocesos de una vida que no tiene nada interesante.

En realidad, estoy en un momento donde cualquier cosa que tenga que ver con Roy Orbison me emociona y eso, hace unos años, hubiera parecido que estoy envejeciendo tontamente, pero ahora sólo es como un pequeño aliciente por esta vida absurda que llevo y que no puedo estabilizar; es algo más fuerte que todo lo que he enfrentado.

Pero bueno, soy un mal perdedor, de eso ya no hay duda; el alcohol ya no me satisface, ni el masturbarme 10 veces al día y a veces quisiera partir una cara para sacar algo de esta insatisfacción personal que no es nada más que aburrición.

La verdad, ya perdí toda ilusión de estar triste, y es que a veces quiero pasar desapercibido y sin molestia alguna, pero entra una desesperación por querer echar a perder vidas; esa fastuosa necesidad de pudrir el edén, de querer joder pese a que termine casi muerto como lo estoy ahora.

En fin, sólo quería expresar que no estoy muerto en esto de las letras, tal vez con una falta de inspiración, pero el enojo corre por las venas al igual que la tristeza y pronto tomarán forma para hacer lo que se me venga en gana, sin necesidad de consultar arpías ni recurrir a recuerdos idiotas que me tienen en este hoyo
.

Ahora, digamos, trato de que el árbitro se fije en mí y marque un penal a mí favor, para tener algo me inspire a anotar o a fallar porque el fantasma pasado de los mundiales se ha ido y ahora no sé qué me espera, sólo quiero seguir en el intento de engañar al silbante para, por lo menos, entretenerme en algo y no en mi tormentoso pasado que, pese a todas las cosas buenas, cada día pesa más.